CASA RAFAEL URZÚA

Concepción de Buenos Aires, Jalisco.

860 m2

2017-2019

 
 
 
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CASA RAFAEL URZÚA

 

Para hablar de casa en la obra de Rafael Urzúa, es necesario referirse a algunas nociones, a ideales, mejor dicho, que persiguió asiduo como persona y que están presentes en toda su obra, en una particular mezcla de academia y de intuición, de oficio y de espontaneidad.

Su casa en Concepción de Buenos Aires fue construida por sus padres cuando él todavía era niño, durante los primeros años del siglo XX, en el usual esquema de habitaciones en torno a un patio, con muros de adobe, estructura de madera y tejas que desaguan hacia el patio principal. Al fondo del terreno están los corrales, el granero, y un segundo patio originalmente destinado a servicios.

A finales de la década de 1940, Urzúa se retiró de la arquitectura y se regresó de Guadalajara a su casa de la infancia, en donde experimentó durante años, como en un laboratorio, modificando pacientemente la configuración original, añadiendo detalles, combinando elementos nuevos con vestigios de demoliciones, y así, buscando la armonía de las piedras, logró un ambiente único, de permanencia y serenidad, de contemplación sin solemnidad, y a su modo, podría decirse que hasta de humor.

El retiro prematuro de Rafael Urzúa y su poca vinculación con el gremio y la academia, hacen que la casa sea el testimonio más completo de su pensamiento y de su obra. Conscientes de su valor arquitectónico y de la importancia de conservar la finca, sus familiares decidieron rehabilitarla para salvar del colapso a la estructura y renovar algunos espacios para responder mejor a las necesidades actuales.

Entre investigaciones, proyecto y obras, los trabajos duraron poco más de dos años. Previo a la toma de cada decisión se documentó el estado original, se analizó material de archivo y se bocetaron varias alternativas, buscando mantener el equilibrio entre la conservación de los componentes que le dan su valor patrimonial y los nuevos requerimientos del programa: renovar la cocina y los baños, adaptar un espacio para visitas y actualizar las áreas de servicio.

La aproximación más común que se hace a la arquitectura es a través de lo tangible, de los atributos del propio objeto construido: exteriores, interiores, materiales, técnicas, colores, etcétera. El análisis se centra en el qué y en el cómo, y funciona muy bien para proyectos de recuperación de obras relevantes que, finalmente, tendrán usos distintos a los originales, a los que motivaron su construcción.

Concluimos que la intervención de la Casa Urzúa debía enfocarse también en el para qué.

Al documentarla encontramos rastros de múltiples intervenciones. Como si se tratara de un ente vivo, fue evolucionando para adaptarse a distintas épocas, necesidades y búsquedas, pero conservando siempre su esencia doméstica, espontánea y natural.

¿Cómo definir los límites de lo original en un palimpsesto, que muchas veces fue borrado y vuelto a escribir?

La casa fue imaginada por Urzúa para dar lugar a la vida cotidiana de su familia y para conservar la memoria de vidas y objetos que, alguna vez, también fueron cotidianos: su historia personal y la de su pueblo minuciosamente narradas en fotografías, entre loza de barro, vidrio y madera; entre antigüedades, muebles y textiles; entre libros, maquetas, prototipos y obra de algunos de sus amigos.

Fue así como planteamos: primero, recuperar la casa y sus memorias; segundo, abrir espacios para generar historias nuevas, para dar continuidad al origen, al para qué.

La idea de conservar, como la entendimos en este proyecto, se parece más a la de afinar, poner a tono.

La casa de Rafael Urzúa es un autorretrato que asimila en tiempo presente la nostalgia de otras épocas; el renacimiento de las ruinas en una nueva composición; el umbral en donde se comparte lo propio con los demás; la recreación de un paraíso en donde lo silvestre se domestica; donde los muros que se disuelven para revelar el jardín. Se trata de lo que sucede en el tiempo que corre, pero también en la pausa; solo se entiende en la paciencia, en el espíritu sosegado en sus cientos de asientos.

 

RAFAEL URZÚA ARIAS

Concepción de Buenos Aires 1905 – Guadalajara 1991

Estudió en la Escuela Libre de Ingenieros del Estado de Jalisco. Compartió las aulas con Luis Barragán, Pedro Castellanos e Ignacio Díaz Morales, un grupo de arquitectos que fundaría, con la ejecución de sus primeras obras en Guadalajara, el ideal conocido como Movimiento Regionalista o Escuela Tapatía de Arquitectura. Influidos por Los Jardines Encantados, libro de Ferdinand Bach (Ed. 1925), buscaron en los espacios el privilegio de los sentidos, en una versión moderna y pulida de la arquitectura vernácula de Jalisco.

En los dos periodos que fue Director de Obras Públicas, promovió la construcción y ordenamiento de calles, plazas y parques, escuelas, mercados, clínicas y cementerios para varios municipios, procurando alcanzar para las comunidades un ideal de progreso que sólo se entiende cuando hay educación, salud y equidad.

En 1948, en la plenitud de su trayectoria como arquitecto, se retira al silencio de su pueblo, dejando de lado una brillante carrera para dedicarse a los negocios de la familia e instalar para el municipio servicios de infraestructura.

En 1988 recibió la distinción Honoris Causa del Premio Anual de Arquitectura otorgado por el Colegio de Arquitectos del Estado de Jalisco y en el año 2000 se inscribió su nombre en el Palacio de Gobierno como uno de los 100 jaliscienses distinguidos del siglo XX.

Entre las obras más conocidas de Rafael Urzúa, están las casas para Francisco Marín (1929), Justina Preciado (1932), Javier Vázquez Arroyo (1933, demolida), Luis Farah (1936) y Rogelio Rubio (1935) en Guadalajara; el Panteón (1942), la Ermita (1947), la Plaza Principal (1952), el Cristo Rey (1957), la casa de Germán Luna (1970) y la Capilla de la Virgen del Sagrado Corazón (1984) en Concepción de Buenos Aires.

 
 
 

-Agustín Elizalde Urzúa-


 
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Proyecto en colaboración con:

Estudio Pomelo. Arquitectura y diseño Arq. Agustín Elizalde Urzúa

Construcción:

Fabrica edificación

Colaboradores COA arquitectura:

Diana Quiroz Chávez, Diego Malo Araiza, Leonardo Jiménez García, Samuel Camacho Lugo, Yael Peñúñuri Eklemes

Diagnóstico estructural:

Dr. Luis Alberto Torres Garibay


Colaboradores Estudio Pomelo, arquitectura y diseño:

Coordinación general: Cristina López Mejía.

Levantamientos: Adriana Valenzuela Anaya, Andrea García López, Carlos Hernández Quiñones, César Barraza Gamboa, Juan Pablo Lascurain Fernández, Leonora Castorena Barajas, Roberto Roel Gabriel, Susana Gutiérrez Moreno.

Montaje: Ana Sofía Vázquez Partida, Eduardo García Garrido, Guillermo Tirado Méndez, Juan López Velázquez, Patricia de Alba García.

Restauración de piezas:

Clave C&R

Dirección: María Elena Larios Morones.

Coordinación general: Miriam Limón Gallegos, Alejandra Petersen Castiello.

Restauradores: Alexis Giovanni Álvarez Lupercio, María del Rosario Campuzano Sánchez, Katherine Castañeda Pérez, Francisco Javier Chávez Mondragón, Iván Gomes Murillo, César Armando Ibarra Martínez, María Isabel López Arvizu, Alfonso Pacheco Coyaso, Mateo Trueba Morales, Omar Valdés Hernández.

Fotografía:

César Béjar Studio

Francisco J. Gutiérrez P.